¿El Momento de la Verdad?
Monthly House View - Abril 2021 - Descargar aquí
¿Cambio sistémico estructural o miniauge cíclico en EE. UU.? Independientemente de la respuesta a esta pregunta, que ahora es fundamental en la toma de decisiones de los inversores, es probable que haya llegado el momento de la verdad para los mercados, ya que se vislumbran varios caminos posibles de cara al futuro.
Una de las vías podría ser que el aumento de la inflación en los próximos meses sea tan solo un repunte temporal y únicamente estadounidense, debido a los efectos de base y al impulso del consumo por el plan de estímulo. En ese caso, los bancos centrales pueden reunificar sus diversos objetivos (inflación moderada, pleno empleo, preservación de condiciones financieras favorables para las empresas y los Gobiernos) y mantener la postura acomodaticia unos años más. En ese caso, los inversores pueden mantener sus acciones de crecimiento secular, así como sus activos de larga duración.
La otra vía es que asistamos al final de la larga tendencia a la baja de los tipos de interés, que reflejaría a su vez los equilibrios anteriores a la crisis (inflación moderada, energía barata, combinación de políticas más favorable para las empresas que para los trabajadores). En ese punto, los bancos centrales se enfrentarían al gran dilema a medio plazo de decidir entre el control de la inflación, por un lado, y el pleno empleo y la financiación, por otro. Además, si esta situación se materializa, la demanda del mercado se desplazaría más hacia las materias primas y las acciones cíclicas que hacia los bonos soberanos.
Algunos indicadores muestran que es probable que nos encontremos en una encrucijada. El aumento de las expectativas de inflación es la primera señal. El cambio en la correlación entre renta variable y renta fija es otra manifestación de este cambio. El exceso de rendimiento de la renta variable value, que había caído en desgracia en los últimos 10 años, es también un signo de lo que parece ser un nuevo paradigma.
Tanto si estamos experimentando un cambio sistémico como si se trata, simplemente, de una normalización cíclica como las del pasado, este régimen de mercado tendrá que encontrar un nuevo punto de equilibrio.
En este se basa todo el debate en torno al punto de estabilización que debe encontrarse en el rendimiento de la deuda estadounidense a 10 años, que ha sido impulsado por fuerzas opuestas. A veces, las finanzas pueden entenderse mejor si se ven como un problema de física (un equilibrio de fuerzas entre la demanda y la inflación, en un lado, y los bancos centrales y el ahorro, en el otro).
La importancia que han cobrado estos discursos en el mundo financiero actual es un motivo de preocupación. Como ocurre con la ideología, un discurso sigue a otro: en muy poco tiempo, hemos pasado del estancamiento secular a la reflación secular. De forma objetiva, existen muchas razones para suscribirlo, en particular, un consenso político en las democracias que necesitan volver a generar un vínculo con su clase media. Sin embargo, para aquellos que recuerden el discurso de la nueva economía del año 2000, esto podría interpretarse como una justificación para mantener cierta prudencia antes de aceptarlo incondicionalmente. Pero, ¿qué es un discurso? Es una representación de la realidad que busca confirmar una hipótesis y que, a veces, se desvía de los hechos.
En realidad, la ideología no tiene cabida en la asignación de activos. Vivimos en una época más bien darwiniana, favorable a los inversores que sepan adaptarse de forma pragmática y gradual a la nueva realidad e incorporar estos nuevos parámetros a su marco de análisis.
Creer que las fórmulas del pasado seguirán funcionando supone un peligro tan grande como la ideología, tanto para la política económica como para la asignación.
Toda comparación con la década de baja inflación carece de valor por el hecho de que hace 10 años salimos de una crisis de liquidez mediante la reflación de los precios de los activos, orquestada por los bancos centrales. Esta vez estamos saliendo de una crisis sanitaria mediante la distribución masiva de dinero en efectivo a los hogares estadounidenses. Las consecuencias serán inevitablemente diferentes y los héroes del pasado en la asignación de activos (el oro, la tecnología y las letras del Tesoro) no serán vacas sagradas para toda la eternidad.
Monthly House View, 19/03/2021 - Extracto del Editorial
26 marzo 2021