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Monthly House View - Junio de 2022 - Descargar aqui
"La aversión a la pérdida contribuye a producir inercia, lo que significa un fuerte deseo de conservar las posesiones”
Richard Thaler, Nudge
Probablemente, a muchos inversores les gustaría volver unos meses atrás y ajustar retroactivamente sus carteras para evitar las dos grandes correcciones de los últimos meses: la de la deuda pública y la de las acciones de Crecimiento. En retrospectiva, la conclusión extraída de esta corrección es que es difícil mantener la lucidez con precios de mercado elevados y resistirse a la idea de que el futuro será una continuación del presente, algo especialmente cierto en un año en el que la situación macroeconómica-financiera se ha visto gravemente perjudicada por el conflicto de Ucrania. No obstante, igualmente sería un gran riesgo pensar que la inflación seguirá aumentando y que los bancos centrales simplemente volverán a una postura tipo Fed al estilo de los años 70.
El gran nivel de incertidumbre, así como el malestar causado por las pérdidas de capital, puede llevar tanto a la parálisis del inversor como a la decisión emocional de capitular, que es lo que suele ocurrir después de que los mercados se desplomen un 20%, un famoso umbral de mercado bajista que refleja con acierto el paso del optimismo al pesimismo. Este riesgo de capitulación existente en 2022 puede considerarse la contrapartida de la tendencia del “miedo a perderse algo” (FOMO, por sus siglas en inglés) que dominó los mercados en 2021.
Para evitar la doble trampa emocional de la capitulación y la impulsividad, tal vez sea mejor intentar dar sentido al entorno actual. En las últimas semanas, hemos asistido a dos narrativas alternas y contrapuestas que, en realidad, son las dos caras de una misma moneda: por un lado, la inflación con normalización de la política monetaria y, por otro, el temor a una recesión.
Hasta principios o mediados de mayo, los mercados se regían principalmente por los datos de inflación (que volvieron a superar las expectativas) y por el tono más decidido de los bancos centrales (que alimentó la subida de los tipos a largo plazo). Paradójicamente, las expectativas de inflación futura se han corregido y reflejan ahora el impacto previsto de la desaceleración económica y el endurecimiento de las condiciones monetarias. Esta corrección también ha provocado una subida de los tipos de interés reales, que ha afectado tanto a las acciones de Crecimiento como al oro, aunque, paralelamente, los tipos a largo plazo han disminuido por el aumento de la probabilidad de recesión en los últimos días.
Este choque entre el discurso inflacionista y el recesivo también se ha visto avivado por la fuerte divergencia entre los signos de una desaceleración del ciclo económico, por un lado, y la sorprendente resistencia de los beneficios empresariales, por otro. Podemos ver cierto paralelismo con la divergencia entre los indicadores económicos (como los PMI), que se estabilizan en niveles elevados, y los indicadores de la confianza de los consumidores, afectados por la disminución del poder adquisitivo de los hogares. Todo ello confirma que la perturbación actual viene de los consumidores y no de las empresas, aunque estas últimas pronto empezarán a sentir sus efectos en el volumen de ventas.
El auge del discurso recesivo conduce inevitablemente a cambios en el posicionamiento de mercado, con un mejor rendimiento de los sectores defensivos en detrimento del Crecimiento y el Value. Podría ser tentador ver la situación como un punto de entrada para las acciones de Crecimiento después de seis meses de corrección, pero la señal vendrá probablemente de los bancos centrales. Si la Fed suavizara su tono en los próximos meses como respuesta al riesgo de una desaceleración económica excesiva, los inversores probablemente volverían a acudir a estos valores. El momento también podría coincidir con el posible debilitamiento del dólar estadounidense, ya muy anunciado, algo difícil de imaginar mientras la Fed mantenga su tono duro. Sin embargo, el dólar podría volver a regirse por la ley de la gravedad si la Fed señala un punto de inflexión en su ciclo de endurecimiento y el Banco Central Europeo (BCE) sale de los tipos negativos.
El esperado fin de los tipos negativos es, al menos, un aspecto positivo al que los inversores pueden aferrarse en un entorno que induce a la ansiedad y que señala el regreso del carry de los bonos. Al mismo tiempo, la corrección del mercado de renta variable podría restablecer las tasas de rendimiento más atractivas que los inversores necesitan para combatir la erosión del capital que provoca la inflación.
Monthly House View, 23/05/2022 - Extracto del Editorial
31 mayo 2022